El gobierno de la Ciudad de Buenos Aires lanzó un ambicioso plan para transformar el sistema de transporte público mediante la incorporación de energías limpias. El objetivo es que para el año 2027, el 30 por ciento de la flota de colectivos funcione con tecnologías eléctricas o híbridas, en el marco de una estrategia integral de sustentabilidad urbana. La medida busca reducir las emisiones contaminantes y mejorar la calidad del aire en una ciudad que registra una alta densidad vehicular.

Uno de los puntos centrales del plan es la prohibición, desde este año, de la compra de colectivos nuevos que funcionen con motores a combustión tradicional. Esta decisión marca un quiebre en la política de transporte de la Ciudad y obligará a las empresas prestatarias a renovar sus unidades con tecnologías más limpias. Según voceros del Ejecutivo porteño, esta restricción permitirá acelerar el proceso de transformación de la flota y facilitar la adopción de nuevas tecnologías.

La iniciativa se enmarca en una política más amplia de transición energética que contempla la electrificación progresiva del transporte público como herramienta clave para enfrentar la crisis climática. Buenos Aires se suma así a una tendencia global en la que grandes ciudades buscan descarbonizar sus sistemas de movilidad urbana. La apuesta por la electrificación no solo responde a razones ambientales, sino también económicas y sanitarias, al reducir la dependencia de los combustibles fósiles y los niveles de ruido en las calles.

El plan se pondrá en marcha con una prueba piloto que permitirá evaluar el funcionamiento de los nuevos colectivos eléctricos en condiciones reales. Esta primera etapa incluirá la adquisición de unidades eléctricas, la instalación de infraestructura de carga y la capacitación de personal técnico y choferes. La experiencia previa de la ciudad en proyectos sustentables será clave para resolver los desafíos operativos y logísticos que implica esta transición.

Actualmente, la Ciudad cuenta con unas 9.000 unidades de colectivos que circulan por su territorio. Alcanzar la meta del 30 por ciento implica reemplazar o reconvertir cerca de 2.700 unidades en un plazo de tres años. Para lograrlo, el Gobierno porteño prevé articular con el sector privado, buscar financiamiento externo y desarrollar una red de infraestructura que acompañe el crecimiento de la movilidad eléctrica.

Uno de los beneficios directos que se espera con este cambio es la reducción significativa de la contaminación ambiental. Los colectivos eléctricos no emiten gases de efecto invernadero durante su funcionamiento, lo que representa una ventaja crucial en una ciudad donde el transporte es responsable de una parte importante de las emisiones de carbono. Además, al no producir ruido del motor, también contribuirán a disminuir la contaminación sonora, un problema frecuente en los centros urbanos densamente poblados.

El impacto positivo de esta transformación no se limitará solo al medio ambiente. También se espera una mejora en la experiencia del usuario, ya que los colectivos eléctricos ofrecen un viaje más silencioso, sin vibraciones, y con menores costos de mantenimiento a largo plazo. Asimismo, la introducción de nuevas tecnologías podría generar empleo calificado en sectores como la electromecánica, la ingeniería y la innovación aplicada al transporte.

Con este plan, la Ciudad de Buenos Aires se propone liderar el cambio hacia una movilidad más sustentable en América Latina. La decisión de avanzar con metas concretas y plazos definidos refleja una voluntad política de largo plazo que pone a la crisis climática en el centro de la agenda urbana. La electrificación del transporte público no es solo una medida técnica: es también una apuesta por un modelo de ciudad más saludable, eficiente y responsable con las generaciones futuras.

Fuente: gcba y relevamiento informativo 
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