En el corazón del barrio de Belgrano, uno de los rincones más codiciados y elegantes de Buenos Aires, se encuentra el Pasaje Malasia. A simple vista, podría pasar desapercibido en medio de las amplias avenidas y la dinámica vida urbana que caracteriza a la zona, pero basta con recorrer unos pocos metros para comprender por qué este pequeño tramo es considerado uno de los más especiales de la ciudad. Su arquitectura europea, su historia y su ubicación estratégica lo convirtieron en un destino que hoy seduce tanto a quienes buscan vivir con estilo como a los fanáticos de la fotografía.
El Pasaje Malasia se extiende a lo largo de unas pocas cuadras, pero su diseño y la armonía de sus construcciones generan la sensación de haber sido transportado a un rincón de alguna ciudad europea. Casas bajas, con detalles de herrería, balcones floridos y fachadas que combinan el ladrillo con la piedra, le otorgan un encanto particular que contrasta con los modernos edificios que dominan el resto de Belgrano. Este entorno lo transformó en un punto de referencia para quienes buscan el mejor fondo para sus fotos en redes sociales, convirtiéndolo en uno de los lugares más "instagrameables" de Buenos Aires.
La exclusividad del pasaje también se refleja en los precios de las propiedades. Vivir allí es un lujo al alcance de pocos: las casas superan con facilidad el millón de dólares, cifra que responde no solo a su valor arquitectónico, sino también a la cercanía con importantes embajadas y a la tranquilidad que caracteriza al lugar. Esta combinación entre prestigio, seguridad y belleza lo mantiene como una de las zonas residenciales más deseadas de la capital.
Sin embargo, el Pasaje Malasia no siempre tuvo este nombre. En sus orígenes fue conocido como Ribeños y antes aún como Cañitas, denominaciones que dan cuenta de los cambios en el tejido urbano y social de Buenos Aires. Desde 1995 lleva su nombre actual, y aunque la ciudad se haya transformado profundamente en las últimas décadas, el pasaje supo conservar su esencia y mantener su exclusividad intacta.
La historia del lugar también invita a comparaciones inevitables con otros espacios icónicos de la ciudad, como el Barrio Inglés de Caballito. Ambos sitios comparten la impronta de la arquitectura europea y la idea de pequeñas urbanizaciones que replican el estilo de vida de otra época. No obstante, mientras que el Barrio Inglés mantiene un perfil más barrial y familiar, el Pasaje Malasia se consolidó como un enclave más sofisticado y reservado.
A la belleza arquitectónica y el valor inmobiliario se suma el fenómeno de las redes sociales, que potenciaron su fama entre turistas y porteños curiosos. Las imágenes del pasaje se multiplican en Instagram, donde abundan las sesiones de fotos, videos de influencers y recomendaciones de caminatas urbanas para descubrir rincones secretos de la ciudad. Esto generó un nuevo tipo de atención sobre el lugar, revalorizándolo también desde el punto de vista cultural y turístico.
Pese al interés creciente, el Pasaje Malasia sigue siendo un refugio tranquilo dentro de la vorágine porteña. Sus vecinos defienden el carácter sereno y exclusivo del lugar, conscientes de que parte de su encanto reside precisamente en la calma que ofrece frente al bullicio de las zonas más transitadas de Belgrano. Es un equilibrio delicado entre el interés turístico y la necesidad de preservar la intimidad de quienes allí residen.
En definitiva, el Pasaje Malasia es mucho más que una calle pintoresca: es un símbolo de la ciudad que combina historia, arquitectura y sofisticación. Un rincón que resume en pocos metros la diversidad urbana de Buenos Aires y que, por su belleza y su legado, se ganó un lugar especial en el mapa emocional y cultural de la capital.
Caracteres: 3000
Fuente: recorrida barrial