El debate entre candidatos a legisladores de la Ciudad de Buenos Aires se llevó a cabo esta semana con la participación de 17 postulantes de diferentes espacios políticos. Fue una instancia obligatoria en el calendario electoral porteño, pero también una oportunidad para conocer las propuestas —y tensiones— que marcarán la campaña rumbo a las elecciones de este año.
A lo largo del encuentro, los candidatos expusieron sus ideas en bloques temáticos y se enfrentaron en un tramo de preguntas cruzadas. Sin embargo, más allá de los lineamientos programáticos, el tono general estuvo dominado por las chicanas políticas y los cruces personales, en detrimento de propuestas concretas o soluciones detalladas.
Uno de los momentos más destacados fue la intervención de Juan Manuel Abal Medina, quien subrayó la necesidad de un cambio en la gestión y se posicionó como una alternativa. Su discurso buscó marcar distancia tanto del oficialismo nacional como de las internas que atraviesan a la oposición.
En contraste, Leandro Santoro mantuvo una postura más moderada y fue señalado como el favorito en esta contienda electoral. Con una estrategia menos confrontativa, apostó a consolidar su imagen como referente progresista y dialoguista, intentando captar votos tanto del electorado peronista como de sectores independientes.
El PRO, por su parte, llegó al debate fragmentado. Las diferencias entre sectores alineados con Horacio Rodríguez Larreta, Adorni de La Libertad Avanza, los libertarios de Ramiro Marra y las figuras que aún responden al macrismo generaron una escena dispersa, sin una vocería clara ni un mensaje unificado. Esta división podría impactar negativamente en su desempeño electoral.
A pesar del carácter institucional del debate, muchos candidatos optaron por discursos genéricos o centrados en la crítica al adversario, lo que dificultó la comparación entre propuestas. Temas clave como vivienda, seguridad, educación y transporte fueron tratados de forma superficial o con escasa profundidad técnica.
La organización del evento fue valorada por su neutralidad y por garantizar el tiempo equitativo entre los participantes. No obstante, diversos analistas coincidieron en que el formato actual favorece más el espectáculo político que el intercambio programático, dejando al electorado con pocas herramientas para evaluar a fondo a sus candidatos.
En un escenario electoral marcado por la polarización y la fragmentación, este primer cruce entre aspirantes a la Legislatura porteña dejó más preguntas que certezas. Lo que sí quedó claro es que el debate no solo se juega en el recinto, sino también en las internas partidarias y en la construcción de liderazgos con capacidad real de gestión.
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Fuente: relevamiento informativo y análisis editorial