Argentina se encuentra en una encrucijada ante la revolución tecnológica que está transformando el mercado laboral global. Mientras la inteligencia artificial y la robótica avanzan aceleradamente en el mundo, el país presenta un escenario complejo que combina oportunidades significativas con desafíos estructurales profundos que requieren atención urgente.

El panorama argentino muestra luces y sombras en este contexto. Por un lado, Argentina cuenta con fortalezas indiscutibles: un sector tecnológico avanzado, un ecosistema robusto de startups y universidades reconocidas internacionalmente que la posicionan favorablemente para aprovechar las oportunidades de la economía del conocimiento. Este capital humano y tecnológico representa una base sólida para la transición hacia un mercado laboral más automatizado.

Sin embargo, la informalidad laboral emerge como el principal obstáculo para la reconversión profesional. Este fenómeno, que afecta a millones de trabajadores argentinos, limita severamente el acceso a capacitación formal y beneficios laborales esenciales para adaptarse a las nuevas demandas tecnológicas. La ausencia de protección social y formación continua deja a una parte significativa de la fuerza laboral vulnerable ante los cambios que se avecinan.

Los sindicatos adquieren un rol protagónico en este escenario. Su participación activa será determinante para reclamar en nombre de los trabajadores y garantizar que la transición tecnológica no genere exclusiones masivas. La representación sindical puede ser clave para negociar condiciones laborales que protejan los derechos mientras se incorporan nuevas tecnologías en los espacios de trabajo.

La reconversión laboral requerirá una alianza estratégica sin precedentes entre diferentes actores sociales. Sindicatos, Estado, universidades y sector privado deben colaborar para diseñar políticas públicas integrales, programas de formación específicos y acuerdos que faciliten la actualización de competencias y la inclusión laboral en un contexto de cambio tecnológico acelerado.

Esta cooperación debe enfocarse en crear mecanismos que permitan a todos los trabajadores acceder a capacitación tecnológica y beneficios laborales. El desafío es doble: formalizar el empleo existente mientras se prepara a la fuerza laboral para las nuevas oportunidades que surgen de la automatización inteligente y la robótica.

La transición hacia un mercado laboral mixto, donde humanos y robots trabajen juntos, requiere una planificación cuidadosa que considere las particularidades estructurales del país. Argentina no puede permitirse quedar rezagada en esta transformación global, especialmente considerando su potencial tecnológico y científico ya desarrollado.

El éxito de esta transición dependerá de la capacidad del país para superar retos estructurales históricos y aprovechar al máximo el talento humano y tecnológico disponible. Solo así podrá asegurar que esta revolución tecnológica beneficie a todos los sectores de la sociedad y no profundice las desigualdades existentes en el mercado laboral argentino.

Fuente: información de la columna de Sebastián Di Domenica en Canal E
Caravana: 2840