A orillas del arroyo Maldonado, en el barrio porteño de Palermo, comenzó a gestarse a finales del siglo XIX lo que hoy conocemos como uno de los patrimonios culturales más importantes de Argentina: el tango. Este género musical y danza, declarado Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO en 2009, encontró en los márgenes de este arroyo —actualmente entubado bajo la Avenida Juan B. Justo— el escenario perfecto para su nacimiento y desarrollo inicial.
En aquella época, el arroyo Maldonado constituía una frontera natural donde convergían distintos sectores sociales de Buenos Aires. Los inmigrantes europeos, principalmente italianos y españoles, junto con criollos y afrodescendientes, se reunían en los precarios locales que comenzaron a proliferar en la zona. Establecimientos como "Querandí" y "Lo de Hansen" se transformaron rápidamente en verdaderos templos del tango primitivo, espacios donde se fusionaron influencias musicales diversas que dieron origen a este género único.
La marginalidad de la zona permitió que el tango floreciera lejos de las miradas censoras de la alta sociedad porteña. Estos locales funcionaban como espacios de libertad donde los músicos improvisaban melodías melancólicas con instrumentos como el bandoneón, el violín y la guitarra, mientras parejas entrelazadas experimentaban con movimientos que escandalizarían a la élite de la época. El ambiente bohemio y algo pendenciero de estos establecimientos alimentó la creatividad de quienes serían los primeros exponentes del género.
Con el paso de los años, figuras emblemáticas como Carlos Gardel y Aníbal Troilo frecuentaron estos lugares, perfeccionando su arte y contribuyendo a la evolución del tango. "Lo de Hansen", en particular, ubicado en las actuales Figueroa Alcorta y Dorrego, se convirtió en un punto de referencia obligado para los amantes del tango. Su fama trascendió las fronteras del barrio, atrayendo a visitantes de toda la ciudad que querían experimentar la autenticidad de este nuevo fenómeno cultural.
El tango nacido en Palermo fue mucho más que música y baile; representó la expresión artística de una sociedad en transformación. Las letras, cargadas de nostalgia y sentimiento, narraban historias de desarraigo, pasiones y desengaños que resonaban entre los inmigrantes y habitantes de los conventillos cercanos. Este carácter confesional y profundamente humano permitió que el género se expandiera rápidamente por toda la ciudad, conquistando eventualmente los salones de la alta sociedad.
A principios del siglo XX, el tango ya había trascendido sus humildes orígenes palermitanos. El género llegó a París, donde causó sensación, y regresó a Buenos Aires revestido de un prestigio que facilitó su aceptación por parte de todos los estratos sociales. Sin embargo, los historiadores y los puristas del género coinciden en señalar que fue en aquellos precarios locales a orillas del Maldonado donde el tango encontró su esencia más auténtica, esa mezcla perfecta de melancolía, pasión y rebeldía.
Aunque el paisaje urbano ha cambiado drásticamente y el arroyo Maldonado permanece oculto bajo el asfalto, el legado cultural que nació en esas orillas perdura hasta nuestros días. Las milongas modernas de Palermo conservan ese espíritu original, adaptado a los tiempos actuales pero fiel a sus raíces. Cada año, miles de turistas y porteños recorren el barrio buscando reencontrarse con ese pasado tanguero que moldeó la identidad cultural de la ciudad.
En la actualidad, Palermo ostenta con orgullo su título de cuna del tango, un reconocimiento que trasciende lo meramente histórico para convertirse en parte fundamental de la identidad porteña. Los festivales, museos y circuitos turísticos dedicados al tango en el barrio mantienen vivo el recuerdo de aquellos primeros acordes que, nacidos en la marginación de una Buenos Aires en construcción, terminaron conquistando al mundo entero con su belleza y profundidad emocional.
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Fuente: relevamiento en archivos periodísticos e históricos. "Historia del tango en la Ciudad", Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires - 2013.